Sobre mí

Siempre he sentido una profunda curiosidad por el ser humano. Esa mirada hacia dentro, hacia cómo nos construimos, cómo sentimos y cómo nos vinculamos fue lo que me llevó a estudiar Psicología.

Lo que no sabía entonces es que la infancia marcaría mi camino. Fue en una Escuela Infantil, durante el prácticum de la carrera, donde sentí que ese sería mi lugar. Y lo confirmé durante los cinco años en los que trabajé como psicóloga educativa y también como parte del equipo educativo.

Esa experiencia me conectó profundamente con las preguntas, dudas y retos cotidianos de las familias y del personal que acompaña a la infancia y la adolescencia. Pero también me hizo replantearme la forma en la que estaba acompañando. Sentía que algo no terminaba de encajar. Fue entonces cuando la terapia humanista y gestáltica llegaron a mi vida. Encontré en esa mirada sin juicio, en el respeto profundo y en la compasión genuina una forma de estar que sí resonaba conmigo.

Esta transformación profesional coincidió con una muy personal. Inicié mi propio proceso terapéutico, que me llevó a comprender mejor a la niña que fui y a mi familia de entonces.

Hoy acompaño a la infancia, la adolescencia y a personas adultas con todas las herramientas, recursos y aprendizajes que he cultivado durante 16 años. Acompaño respetando los ritmos, observando con atención lo que emerge en cada encuentro y sosteniendo con cuidado aquello que duele.

Creo firmemente en la bondad del ser humano. Y apuesto por una forma de mirar y de estar donde los buenos tratos sean siempre el motor de las relaciones.